La cremación es una opción, cuya decisión puede obedecer a muchos factores que tiene que ver, generalmente, con aspectos religiosos, culturales, morales, económicos y hoy en día hasta ambientales.

No obstante la reticencia de muchas personas por darle este final al cuerpo de la persona cercana fallecida, es evidente que las tasas de cremación en nuestro país han venido creciendo en razón quizá a que las familias han venido cambiando su posición frente a esta situación, motivadas muy seguramente por la consideración que llevan a cabo en el momento de tomar la decisión cuando, de repente, sucede el deceso y que tiene que ver con aspectos fundamentalmente económicos: para nadie es un secreto que la cremación resulta mucho más barata que el entierro, sobre todo cuando las personas no tienen una propiedad en un cementerio.
El cambio de las creencias religiosas también ha desempeñado un papel en la tendencia a la cremación. No fue hasta hace poco, en las últimas dos décadas, que la Iglesia Católica encontró que la cremación era una forma aceptable de disponer de los restos mortales de las personas, circunstancia que permitió que los dolientes lo aceptaran como algo normal y que con ello que no estaban transgrediendo ningún precepto religioso. En 1963 el papa Paulo VI levantó la prohibición de la cremación, y en 1966 permitió a los sacerdotes católicos la posibilidad de oficiar en ceremonias de cremación.

Cremación y religión

A lo largo de la historia, la influencia de las religiones para optar por la cremación como alternativa funeraria, ha sido enorme. Mientras la Religión Judía prohíbe la cremación y la Religión Católica aboga por el entierro como la mejor elección, las religiones del este como el hinduismo y el budismo ordenan el uso de la cremación. En dichas religiones el cuerpo es visualizado como un instrumento portador del alma al nacer. De ahí que el cadáver no sea considerado sagrado, desde que el alma lo ha abandonado. De acuerdo con las tradiciones hindúes, la destrucción del cuerpo a través del fuego en lugar de sepultarlo tiene el objeto de inducir un sentimiento de separación del espíritu fresco e incorpóreo, al que será útil alentar en su paso al «otro mundo.» La cremación es referida como «la última condición». (Revista cubana de medicina general: Dr. MSc. Miguel Lugones BotellI, Dra. MSc. Marieta Ramírez BermúdezI, Dr. Juan José Ríos RodríguezII†)